Las contrariedades en el entorno del candidato presidencial por el Partido Liberal de Honduras, Salvador Nasralla, comienzan a reflejarse en una narrativa política marcada por mensajes contradictorios y falta de coordinación interna, en un momento clave del proceso postelectoral.
La polémica se intensificó tras una publicación en la red social X de su esposa, Iroshha Elvir, en la que convocó a acciones de protesta frente a las instalaciones del Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP), generando confusión sobre la postura oficial del presidenciable y de su partido.
La convocatoria contrasta con declaraciones del propio Nasralla, quien aseguró públicamente que nadie ha llamado a movilizaciones, dejando en evidencia una disonancia entre su discurso y las acciones que emergen desde su círculo cercano.
Este escenario ha debilitado la estrategia del candidato, particularmente en su intento de denunciar un presunto fraude electoral que, según ha señalado, estaría siendo gestado desde el Partido Nacional mediante la contratación de la empresa ASD, un señalamiento que pierde fuerza ante la falta de una línea política coherente.
A la controversia se sumó el pronunciamiento del presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL), Roberto Contreras, quien aseguró de manera categórica que el Partido Liberal no ha convocado a ninguna acción de protesta ni respalda movilizaciones en la actual coyuntura.
Contreras fue más allá al desautorizar cualquier intento de negociación con el Partido Libertad y Refundación (Libre), advirtiendo que ese tipo de acercamientos solo buscan generar caos, desestabilizar al país y prolongar la incertidumbre política, con efectos directos sobre la economía y la tranquilidad ciudadana.
El mensaje del dirigente liberal marca una línea dura dentro del partido y evidencia tensiones entre la conducción institucional y expresiones individuales que, lejos de fortalecer la candidatura presidencial, profundizan la percepción de desorden interno.
En medio de este contexto, la candidatura de Nasralla enfrenta el desafío de recomponer su discurso, unificar criterios y recuperar credibilidad, mientras el país observa con atención los movimientos de los principales actores políticos en una etapa decisiva para el futuro democrático de Honduras.