Hollywood amanece de luto. El actor, director y productor Robert Redford, ícono indiscutible de la gran pantalla, falleció este martes a los 89 años en su residencia de Utah, mientras dormía plácidamente, según informó su publicista. La noticia fue confirmada a The New York Times y rápidamente recorrió el mundo del entretenimiento.
El legado de Redford atraviesa generaciones. Con títulos inolvidables como Dos hombres y un destino, El golpe, Una proposición indecente y Todos los hombres del presidente, el artista consolidó una carrera que lo convirtió en referente de la cultura cinematográfica del siglo XX.
Su talento no se limitó a la actuación. En 1981 ganó el Oscar a Mejor Director por Gente corriente, debut que marcó un hito en su faceta tras las cámaras. Más adelante dirigiría filmes como El río de la vida (1992), Quiz Show (1994) y La leyenda de Bagger Vance (2000), reafirmando su capacidad de narrar historias profundas y humanas.
El Festival de Cine de Sundance, fundado por Redford, es quizás una de sus huellas más duraderas en la industria. Convertido en el epicentro del cine independiente, este evento abrió las puertas a cineastas emergentes y consolidó una nueva forma de hacer cine, fuera de los grandes estudios.
Charles Robert Redford Jr. nació el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California. Provenía de una familia de clase media y desde temprana edad mostró inclinación por el arte. Estudió en el Instituto Pratt de Nueva York, donde comenzó explorando el diseño y el dibujo, pero pronto descubrió que su camino estaba en la actuación.
La vida personal de Redford estuvo marcada por episodios de rebeldía juvenil y la pérdida de su madre a temprana edad. Sin embargo, esos momentos difíciles forjaron una sensibilidad artística que lo acompañó toda su carrera y que impregnó cada papel que interpretó y cada filme que dirigió.
El anuncio de su muerte fue hecho por Cindi Berger, directora ejecutiva de Rogers & Cowan PM, quien aseguró que Redford falleció tranquilamente mientras dormía. La discreción de su partida refleja, en cierto modo, la sobriedad y elegancia con la que siempre llevó su vida fuera del reflector.
Con su partida, el cine no solo pierde a un actor y director, sino a un visionario que transformó la manera de ver y hacer películas. Robert Redford deja un vacío en la industria, pero también un legado artístico y cultural imposible de borrar.